El padre de
esta disciplina es Georg Solomon, aunque fue el psicólogo Robert Ader quien
inventó el término a finales de la década de los 70. Solomon demostró que
cuando se producían modificaciones en el hipotálamo se alteraba profundamente
la respuesta inmunológica, dando a conocer que el cerebro y el sistema inmune
están íntimamente comunicados.
Fue el
primero en relacionar emociones, pensamiento y enfermedad, aunque ya, desde
tiempos de Aristóteles, se estableció la relación entre la psique y cuerpo.
Poco a poco se ha ido concediendo importancia al rol de las emociones en el
comienzo y curso de diferentes enfermedades.
Las
investigaciones en esta rama han demostrado que factores biopsicosociales como
el estrés psicológico y la depresión psíquica pueden influir en el sistema
inmune. El estrés crónico ha sido asociado con supresión de la función inmune.
Sin embargo, los estresantes psicológicos agudos y el ejercicio físico son
activadores de la respuesta inmune.
Los efectos
del estrés sobre la inmunidad parecen ser mediados por vía de factores
endocrinos, ya que hormonas, neurotransmisores y neuropéptidos pueden
interactuar con los componentes celulares del sistema inmune. En resumen, las
evidencias experimentales y clínicas sugieren una relación funcional entre
estrés, inmunidad y enfermedades.
Sistema inmunológico y
estrés
Desde la
Psiconeuroinmunología, el estrés se concibe como una constelación de eventos
que comienza con un estímulo (estresor) que precipita una reacción en el
cerebro (percepción), la cual activa sistemas fisiológicos en el cuerpo
(respuesta de estrés). Nunca las personas reaccionan de la misma manera frente
a un mismo evento, la clave es su percepción de dicho evento. Así, por ejemplo,
un estilo de pensamiento negativo correlaciona con bajas medidas/recuento de
células mediadoras de inmunidad.
¿Cómo modifica el estrés la
respuesta inmunológica?
Puede
afectarlo por dos vía, por la vía neuroendocrina o por la vía autonómica.
Cuando se sufre estrés emocional, éste se procesa en la corteza cerebral, en el
sistema límbico (asociado a las emociones y recuerdos). Esto produce que el
hipotálamo libere la hormona liberadora de corticotropina, la cual va a activar
a nivel de la hipófisis o glándula pituitaria una segunda hormona, la hormona
adrenocorticotropa (ACTH). Ésta viaja por la sangre hasta las glándulas
suprarrenales y produce glucocorticoides, entre ellos el cortisol. En presencia
de cortisol hay supresión prácticamente de todos los parámetros de la respuesta
inmune. Por ejemplo, los deprimidos crónicos cursan con altos niveles de
cortisol y pueden contraer infecciones más fácilmente [10].
Por la vía
autonómica, en respuesta a un estrés físico se producen catecolaminas
(adrenalina y noradrenalina). La adrenalina también es un fuerte opresor de la
respuesta inmune cuando el estrés es crónico. Este es el tipo de estrés que
padecen ejecutivos, corredores de bolsa o las personas altamente competitivas.
Cualquier
tipo de estrés que sea sostenido en el tiempo produce supresión de la respuesta
inmunológica, lo cual puede conducir a enfermedad.
El sistema
inmunológico y su relación con las enfermedades
A
continuación se muestran un conjunto de enfermedades que podrían tener una
estrecha vinculación con el sistema inmunológico.
Cáncer
Pacientes
con cáncer que practican técnicas de imaginación guiada, orientadas a trabajar
mentalmente con el SI pueden aumentar significativamente en número y función
las células NK, lo que correlaciona con un aumento de la supervivencia y de la
calidad de vida, en complemento con los tratamientos convencionales como la
quimio o la radio [2,8,9].
Diabetes
En el tipo
2 es importante considerar factores ambientales como el consumo de alcohol o
tabaco y el sedentarismo y también factores psicológicos, como el estrés, la
depresión y la ansiedad. Estos últimos producen una activación crónica del
hipotálamo, es decir, del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y el sistema
nervioso autónomo, que resulta en la secreción elevada de cortisol y
adrenalina, así como de algunas citoquinas.
Asma y
enfermedades alérgicas
En las
reacciones alérgicas se produce una respuesta inadecuada frente a una sustancia
que normalmente es inofensiva y contra la cual el SI no tiene por qué actuar.
En estos casos, el SI confunde los alérgenos con elementos realmente dañinos.
También hay un componente emocional asociado a las recaídas.
Enfermedades
autoinmunes
El sistema
que distingue entre lo propio y lo que no lo es, bajo ciertas condiciones, como
de tipo psicológico, se puede alterar. En este caso, se produce una respuesta
inmunológica de autoagresión contra células y tejidos propios del individuo.
Ejemplo de ello son el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide, la
tiroides autoinmune, la esclerosis múltiple, la psoriasis, etc. En este tipo de
enfermedades, hay implicados factores de estrés emocional y psicológico,
particularmente un manejo inadecuado de ciertas emociones.
Depresión
Hay un
perfil bioquímico similar con el estrés, es decir, hay una activación del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal.
Enfermedades
infecciosas, como el SIDA
La
infección por VIH genera las características neuroendocrinas de estrés que se
magnifican por otros estímulos estresantes. Se puede decir que factores
estresantes psicosociales, emocionales y traumáticos aceleran la progresión de
la enfermedad [8].
Por todo
ello, hay que tener en cuenta de cada vez más en el mundo que vivimos hoy,
maneras de afrontar el estrés para reducir el riesgo de desarrollar posibles
enfermedades, ya que muchas de ella son el resultado de la interacción entre
múltiples factores, que dependen tanto del agente agresor (bacterias, virus,
etc.) como del organismo agredido (características genéticas, endocrinas,
nerviosas, inmunológicas, emocionales, cognitivas, edad, factores
psicosociales, etc.)